Testimonio escrito con la mirada. En nuestra sociedad actual tenemos la suerte de que cada vez se les da más importancia a las relaciones sociales, pero a veces, nos lleva al error de caer en que estas relaciones sean por medio del teléfono móvil. Tanto en la población en general como cuando estamos enfermos, es el motivo por el que más nos enganchamos a este medio que nos ha crecido en nuestras manos como un apéndice.
Cuando nos diagnosticaron ELA, nuestra vida se nos vino abajo y con ella la de nuestra familia. Todos somos conscientes de que se trata de una enfermedad de las más terribles que existen, y es cuando nos enganchamos más al móvil, como si no hubiera otro remedio.
Y es que nos olvidamos de que el remedio más eficaz es el contacto humano. Nuestras amistades y amigos suelen ser empáticos con la situación que vivimos, y es por ello que desean visitarnos, sobre todo, para contarnos cosas con las que animarnos. Al principio no hay problema para integrarnos en la conversación, ser partícipe de ella tanto en casa como paseando o en la terraza de un bar. Pero, inevitablemente, nuestra voz va cambiando y se acerca más a la de Pepe Isbert que a la nuestra.
Entonces, más que nunca, necesitamos el contacto de la mirada de las personas que queremos, y ellas se gratifican con la nuestra. El contacto de sus manos sobre las nuestras es vigor para nuestra salud.
Escrito por con la mirada por Mari Carmen García Holgado
