Desde 2005 a tu lado

DECLARADA DE UTILIDAD PÚBLICA

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Nolotil espiritual

nolotilMi hijo Jesús y yo nos llevamos muy bien ya que desde que él era pequeño somos dos buenos amigos que van siempre juntos, que se cuentan todas sus cosas, que comparten ideas, pensamientos y la misma fe. Pero a veces nos enfadamos.

Esta historia se inicia en uno de esos enfados en el que Jesusillo en lugar de irse a su cuarto que es lo habitual se fue a la calle. Al volver tardamos poco en pedirnos disculpas mutuamente y le pregunté que dónde había estado y me contó que había dado un largo paseo porque estaba agobiado y al ver que no se le pasaba decidió subir a la capilla de Nuestro Padre Jesús para tomar allí un “nolotil espiritual”. Estando con el Señor un rato el dolor del alma fue cediendo. Para quien no lo sepa el nolotil® es un analgésico muy utilizado en nuestro entorno.

No pude evitar que se me escapara una sonrisa ante la ocurrencia que había tenido pero ha pasado el tiempo y no dejo de acordarme de lo sucedido. Es cierto que cuando tenemos un problema recurrimos a algún amigo, familiar u otra persona de confianza a contarle lo que nos ha ocurrido buscando consejo o simplemente consuelo. Esto es muy humano y para eso están los amigos y eso fue lo que le pasó a mi Jesús, que había tenido un problema conmigo y estaba triste; por eso buscó a su Amigo a quien le contó lo que nos había pasado y encontró mejoría al tomar su “pastilla espiritual”.

En el ambiente en que me crie de pequeño me enseñaron a rezar y a entrar en la iglesia para saludar a Jesús manteniendo esta costumbre durante toda mi vida, y eso que mi fe no ha sido siempre como la de ahora. Durante años estuve alejado de mi Amigo y de la iglesia, tuve mis crisis de fe en las que parecía haberse acabado todo entre los dos, o eso me parecía a mí. Sin embargo cada vez que tenía un problema iba a una iglesia y me sentaba delante del Señor y en silencio le contaba mis problemas; al salir siempre me he sentido reconfortado, más tranquilo y con una sensación intensa de paz. Entonces me planteaba que era un interesado ya que acudía a Él sólo cuando quería algo, pero eso parecía importarle poco a Jesús pues estaba receptivo y disponible cada vez que lo visitaba.

Recuerdo con cariño cuando me explicaban de pequeño en catequesis la parábola del hijo pródigo en la que el hijo arrepentido que vuelve a casa quiere implorar el perdón del padre; siempre me ha llamado la atención la actitud de éste que en lugar de pensar en el castigo lo ve a lo lejos y sale corriendo a su encuentro para abrazarlo y besarlo celebrando una fiesta de bienvenida. Ésta es la misericordia de Dios y es el componente principal de estas pastillas analgésicas. Como quiera que el roce hace el cariño cada encuentro me acercaba más a Jesús y nos fuimos haciendo poco a poco buenos amigos.

Por eso quiero animar a todos los que lean mi humilde reflexión sean creyentes o no creyentes, cercanos o alejados que prueben a tener esta experiencia farmacológico – espiritual llena de misericordia, amor y paz, que tanto necesitamos hoy en día, y ojalá este encuentro con Jesús sea un reencuentro o el inicio de una bonita amistad.

Reflexión de Jesús Marchal, médico y paciente con ELA